En la barra del bar estaban: Blancanieves, la Cenicienta y la ratita presumida. Reían animadamente mientras ojeaban las fotos de la revista que leer.
Pensé que para ligar con la cenicienta ya era mayor, y no tenía ganas de tener problemas con ninguno de los enanos de blancanieves, que ademas uno de ellos, el gruñón, había llegado a ser presidente del gobierno de un país llamado España.
Me gustó la ratita presumida, ser presumida siendo una rata demostraba que era una mujer con carácter y determinación.
Me fui directamente hacia ella, pero antes de llegar me rompió el corazón diciéndome que no le gustaban mis botas de rockero sesenton.
Yo la miré con cara de Bogart y le dije: Pues entonces vete, princesa
Siempre fui un gato con mucho orgullo.
Este cuento nació de una improvisación en el bar los diablos azules.
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