Me escapé con una señorita con alas. Ella trabajaba matando princesas y se desmayaba bailando rock. La conocí en un motel sin carretera. A las afueras de las afueras. Donde solo habitan locos sin cura, perdedores convencidos, ganadores retirados y gente como tú y como yo. Viajaba con un gato persa al que me confesó liquidaría cuando se enamorara. Esa noche lo ahogamos en el retrete sin compasión. Pobre retrete, quedó lleno de pelos.
Antes de que me llevara con ella a volar, me dio unas caladas de un cigarro con polvo de estrellas. Lo que algún vicioso con alma de poeta bautizó como un nevado. Y tocamos nuestro cielo. Le puse un anillo de lata y nos casamos por lo incivil. Le pregunté como se llamaba y me dijo que Alicia en el país de las maravillas.
El tiempo como a todos nos engañó. Si una cosa tiene el tiempo es que nunca quiso ser de nadie.Ahora vivimos en un camión sin ruedas a las afueras de las afueras. Por suerte no somos felices, pero en el intento nos dejamos la piel y los besos. Se sigue desmayando cuando baila Rock. Pero ahora tiene quien la recoja al caer. (Creedme. Eso es lo único importante)
Emilio me encanta lo que escribes y hoy, domingo de resaca de vieja gata, me has hecho querer quitarme el dolor de cabeza y pasear.
ResponderEliminarUn besito